Confucio
Confucio era un sabio sabio que buscaba educar a sus conciudadanos sobre la antigua sabiduría de los preceptos morales.
Confucio nació alrededor del año 551 a una familia modesta. Su padre era un soldado y su madre le educó en las antiguas ceremonias, poesía, música y etiqueta de los tribunales antiguos. Confucio estaba fascinado con estos preceptos morales y culturales conocidos como 'Li'. Sin embargo, nació en un tiempo de declive religioso y cultural. La gran dinastía Chou estaba en decadencia y estaba siendo reemplazada por pequeños feudos que luchaban por la supremacía.
Después de la muerte de su madre, Confucio pasó tres años en reclusión y duelo; esto le permitió centrarse en sus ideales filosóficos. Al final de su período de reclusión, se convirtió en un maestro, enseñando a personas de todas las clases en las antiguas artes de Li. Confucio pronto se convirtió en el reconocido experto en el arte de Li y se convirtió en jefe sabio del duque de Lu. Sin embargo, el duque de Lu fue expulsado de su ciudad por una revuelta de ministros. Confucio lo siguió al exilio y pasó los próximos 14 años de perfección los antiguos códigos de conducta y moralidad.
Confucio fue ampliamente amado por sus estudiantes y rompiendo con la tradición se hizo amable con ellos llegar a conocerlos a nivel personal y enseñarlos en función de sus personalidades y rasgos de carácter.
A pesar de su brillante reputación, Confucio encontró a menudo dificultades de aquellos que se opusieron a él o estaban celosos de su influencia. Hacia el final de su vida Confucio se desesperó ante la dificultad de devolver la sociedad a la justicia y al orden. Sin embargo, en sus últimos años, escribió prodigiosamente explicando sus conceptos y enseñanzas claves.
Después de ver a un antílope herido, Confucio predijo su propia muerte y murió poco después.
Aunque relativamente sin éxito en su propio tiempo, su filosofía tomó lugar alrededor de 200BC y jugó un papel enorme en la influencia de la futura sociedad china y la filosofía china.
Confucio no reclamó milagros ni ninguna divinidad, pero tenía gran fe en el poder de la educación, en el respeto del pasado, en la conducta justa y en la reforma de las prácticas corruptas.
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